tee

El tee es ese pequeño artilugio de madera, generalmente de colores, que clavamos en la hierba y que sirve de base para colocar la bola de forma elevada sobre el suelo. Con ello conseguimos poder golpear la bola de abajo hacia arriba en los golpes largos.

Antiguamente los jugadores llevaban un cubo de arena, se hacía un pequeño montículo y se conseguía el mismo objetivo, claro está con mucho mayor esfuerzo y con resultados menos buenos. En esto la ciencia también nos ayuda.

A lo largo de los tiempos se han ideado muchos tipos de tee: de goma, de madera, de plástico, de pequeñas cerdas, con inclinación hacia delante para mejorar la distancia, en forma de cono truncado para los campo de tierra,… La forma de los tees se reinventa cada día.

Hace unos días, en mi partida del domingo, jugué con un compañero que no utilizaba el tee en la salida de los pares 3. Dejaba caer la bola sobre la hierba y jugaba sin más su bola al green. Le pregunté que por qué no jugaba con tee y me contestó que por costumbre, que se había acostumbrado a jugar así y que ya no los necesitaba.

Personalmente prefiero utilizar un tee pues, si las reglas nos permiten poder beneficiarnos de esta ayuda, pienso que no tiene sentido jugar con la bola en peor posición, que ya el campo nos lo pone suficientemente difícil. No hay regla fija al respecto pero, si la mayoría de los profesionales los utilizan, por algo será. No obstante y como todo en golf, es cuestión de gustos personales.

Por cierto, también son tees esos artilugios que nadan por los bolsillos de nuestra bolsa de palos y que se confunden con todo lo que llevamos en ella, convirtiendo la búsqueda de cualquier cosa en una tediosa faena. Acumulamos tees largos, tees cortos, medianos, algunos que nos encontramos por el campo, los que nos regalan en los distintos campeonatos, los que no queremos por ser de un color determinado, los que … En fin, que vamos juntando en el bolsillo tantos tees que buscar el arreglapiques, por poner un ejemplo, se convierte en un trabajo arduo.

Jugar con tee o sin el, como digo,… ¡cuestión de gustos!

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